éstas se hallan tan perdidas que se niegan a hacer mudanza.
Bajo mi coraza advierto restos de desvaríos,
de noches de excesos, pasión y carmín,
en éllos se percibe el turbio sabor de tus besos.
Hoy tienen un cierto sabor a plata envejecida,
la misma que sigilosa permanece en tu mano,
sosteniendo tu orgullo.
Frente al espejo intento espantar la decepción,
desnudando mi cuerpo y mi alma.
Me has cruzcficado una y mil veces,
pero ante mi reflejo, asombrada me percato
que Judas se halla frente a mí.
que Judas se halla frente a mí.
Crucificarte extasiado y morirse.
ResponderEliminarEres la esencia en si.
Si enlazo este poema con el anterior, deduzco que aún no has podido olvidarlo... Me gusta la figura del "sabor a plata envejecida".
ResponderEliminarsaludos
puffffffff
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